martes, 27 de marzo de 2018

Lluvia

guión y dirección: Markeliñe.
una producción de Markeliñe.
con Fernando Barado,
 Nerea Martínez, Itziar Fragua.

27 de marzo de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 60’ aprox.

Lágrimas, lluvia, paraguas. Ensoñaciones mudas sobre el duelo de un hombre que ha perdido a su mujer.

Lluvia es poesía visual sobre lo inconsolable. El tema es el mismo que el del texto de Javiér Gomá sobre el que Ernesto Caballero dirigió a Fernando Cayo en un monólogo memorable. Pero aquí no hay palabras. Solo gestos sensibles, objetos amigables, proyecciones pertinentes y músicas deliciosas. Y tres actores magníficos que saben hacer de sus cuerpos los signos perfectos para un lenguaje hermosísimo que ha conseguido cautivar a los doscientos alumnos de primero y segundo de ESO que, en el Día Mundial del Teatro, hemos traído esta mañana al Palacio Valdés. Hace dos semanas traíamos a otros trescientos algo mayores para ver La edad de la ira de La Joven Compañía. Ninguna de las dos obras es eso que algunos llaman teatro escolar. Son más bien muestras del buen teatro que se puede hacer con palabras o sin ellas. Ese tipo de teatro que, igual que a los adultos, también fascina a los más jóvenes. Porque trata temas muy próximos o muy universales y los trata bien. Transmitiendo esa emoción y contagiando esa pasión de la que los actores dieron buenas muestras en el escenario y también en las respuestas a las preguntas que nuestros adolescentes les hicieron después.  Lluvia mereció el año pasado el premio al mejor espectáculo en FETEN. Y merecería también que la vieran los padres y los abuelos de nuestros alumnos. También sus profesores (hoy éramos quince) y, por supuesto, los críticos que escriben reseñas en los periódicos. Porque el teatro apto para todos los públicos es el que emociona, el que fascina y el que da que pensar. Lluvia es ese tipo de teatro. Por eso no es teatro escolar. 


domingo, 25 de marzo de 2018

Brickman Brando Bubble Boom

idea original: Àlex Serrano y Pau Palacios.
una producción de Festival TNT y Agrupación Señor Serrano

con Diego Anido, Alex Serrano, Pau Palacios y Jordi Soler.
 
25 de marzo de 2018. Teatro Campoamor, Oviedo. 65’ aprox.


Vidas paralelas. Las de John Brickman y Marlon Brando. La de un constructor inglés que inventó las hipotecas y la del gran actor americano que quiso hacer de una isla su hogar. Cuatro intérpretes polivalentes nos las van presentando mientras levantan una casa de poliuretano en la que se proyectan imágenes que ellos mismos van filmando en el escenario. 

Se cierra esta cuarta edición de la Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo con este espectáculo mestizo entre lo escénico y lo audiovisual que juega con las biografías de Marlon Brando y de un tal John Brickman. La hibridación entre esos dos personajes es muy acertada y el uso de recursos propios de la construcción pret a porter es más que atinada. También esas burbujas que de cuando en cuando caen para recordarnos la naturaleza de lo que ha pasado. Pero para mi este espectáculo llega tarde. Primero, porque el tema de las hipotecas y la especulación inmobiliaria ya no resulta tan novedoso como seguramente lo fue hace seis años cuando se estrenó. Y segundo, porque el dispositivo no es muy diferente al de aquella joya llamada El agitador vórtex que también vino al Campoamor con motivo de la tercera edición de SACO. En aquella obra inclasificable Cristina Blanco hizo maravillas ella solita en este mismo teatro. Por eso, aunque el trabajo de los cuatro miembros de la Agrupación Señor Serrano ha sido estupendo esta noche y seguramente habrá encantado a quienes hayan visto por primera vez propuestas fronterizas como esta, algunos no podemos olvidar a Cristina Blanco.

sábado, 17 de marzo de 2018

Gente estúpida

escrita y dirigida por Daniela Fejerman.
una producción de Vida inteligente producciones.
con Silvia Nieva, Antonio Serrano y Ángel Díaz de Rada.

17 de marzo de 2018. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 95’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer
.

En una reunión de padres y madres una maestra desvela que uno de ellos se ha quedado con los setecientos euros que había en una cuenta para actividades de los niños. Un hermano y una hermana discuten en la sala de espera de un hospital sobre lo que deben hacer con su madre, justo antes de que ella decida irse a la costa. Una policia habla con un inglés para que se haga cargo de su hijo que acaba de sobrevivir al balconing. Una pareja que se había separado se reconcilia sabiendo que todo volverá a ser igual. Y un hombre que se ha estrellado con su coche contra una escultura en medio de una rotonda discute con la concejala que le ha embestido con el suyo. Cinco historias sobre gente estúpida sirven de ilustración de las cinco leyes de la estupidez humana que nos va explicando el profesor Ángel Díaz de Rada.

Esas cinco leyes las formuló el economista italiano Carlo María Cipolla que, en un pequeño ensayo satírico, distinguió cuatro tipos de seres humanos: inteligentes, incautos, malvados y estúpidos. Ángel Díaz de Rada nos las va explicando con la claridad y el estilo propio de un profesor universitario (él lo es en la UNED). Sin este divertido hilo conductor, las cinco historias que interpretan con solvencia y mucha gracia Silvia Nieva y Antonio Serrano serían como cinco piezas relativamente independientes sobre hombres y mujeres con relaciones poco envidiables. Pero ese relato a la universitaria manera las convierte en ilustraciones pertinentes para esa teoría hilarante que nos va desgranando este profesor con la seriedad y la claridad propia de quien se sabe seguro al mando del Power Point. Así que Gente estúpida es una comedia fragmentaria y a la vez muy coherente. Como tantas clases universitarias que no suelen tomarse a broma.

viernes, 9 de marzo de 2018

El tratamiento

texto y dirección: Pablo Remón.
una producción de La_Abducción y Buxman Producciones.
con Ana Alonso, Francesco Carril, Bárbara Lennie, Francisco Reyes y Emilio Tomé.

9 de marzo de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox. Estreno absoluto.

Un guionista prepara un tratamiento para una historia sobre la guerra civil. Es profesor de guión y tiene que soportar que las historias alucinadas de alguno de sus alumnos acaben colándose en su película convirtiendo en alienígena al ejercito franquista. Una exnovia suya olvidó que había escrito un relato sobre una chica que quería recordar la magia de un instante perfecto. El guionista tenía un hermano que murió hace tiempo, pero quisiera tenerlo a su lado en el estreno de su película. También hay encuentros diversos con otras gentes del cine. Y hasta un conductor que le enseña al guionista que los seres queridos nunca están en los tanatorios.

Cotidianidad poética, humor sutil, evocación existencial. Así empezaba el comentario de Barbados, etcétera, la segunda obra de Pablo Remón que veíamos en el off del Niemeyer el pasado noviembre. Y creo que esa descripción le va bien a su teatro. Sus textos conjugan extraordinariamente la evocación generacional, el hiperrealismo de los lenguajes, la ternura poética, el humor más grato y un relieve reflexivo que hace protagonistas a sus personajes no solo de su vida en la ficción sino también de los subtextos y metatextos que los conectan con nosotros. La escritura de Pablo Remón es prodigiosa. Hace reir, pensar y emocionar casi en la misma frase. Viendo La abducción de Luis Guzmán quedé abducido para siempre con esos mundos extraños y entrañables que me resultan tan próximos. En Barbados, etcétera disfruté lo indecible con esa cosmología generacional y esa profundidad discursiva que logró que aún no esté seguro de si aquellas historias las vi en el escenario o existieron solo en mi cabeza. En El tratamiento Pablo Remón usa el gran angular y nos presenta en sala grande una panorámica sobre lo que significa crear ficciones y existir en, con, por y para ellas. Pablo Remón es, por tanto, uno de los autores más singulares de nuestro teatro actual, pero también es un director sutil y poderoso que en esta obra ha dispuesto una escenografía que deja ver todos los recursos que los personajes usarán en la maravillosa miscelánea de esta cortísima hora y media. Su manera de dirigir a los actores también resulta perfecta. Seguramente porque se intuye una complicidad extraordinaria no solo con Ana Alonso, Francisco Reyes y Eminio Tomé (los que hemos visto aquí en sus otras obras) sino también con Bárbara Lennie y Francesco Carril que forman con ellos un quinteto conjuntadísimo cuyo impresionante trabajo de esta noche uno quisiera, como el personaje del inicio, no olvidar nunca. Así que, aunque no he visto 40 años de paz (pero sí No sé decir adiós, la magnífica película de Lino Escalera cuyo guión también es de Pablo Remón), me siento muy afortunado por vivir en Avilés y haber podido ver tres obras de este gran autor. El estreno de El tratamiento ha sido memorable. La semana próxima llegará a Madrid por la puerta escénica más grande: la del Pavón Kamikaze. Estoy seguro de que allí también recibirá muy buenas críticas. Estaremos pendientes de ellas y de los próximos trabajos de Pablo Remón.

sábado, 3 de marzo de 2018

La cantante calva

de Eugène Ionesco. Versión: Natalia Menéndez. Dirección: Luis Luque
producción: Pentación espectáculos y Teatro Español.
con Adriana Ozores, Fernando Tejero, Joaquín Climent, Carmen Ruiz, Javier Pereira y Helena Lanza.

3 de marzo de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 80’ aprox.

El señor y la señora Smith reciben. El señor y la señora Martin llegan. Hay también una sirvienta. Y un bombero buscando incendios. Todo muy inglés. Muy cotidiano. Y muy absurdo.

En el programa de mano se recuerda que Ionesco quedó bastante extrañado con las risas del público durante el estreno. A mi también me han sorprendido algunas que ha habido esta noche. Al explorar los automatismos del lenguaje y los límites de los usos sociales Ionesco hacía de forense de lo cotidiano. Así que los diálogos espasmódicos y las logorreas sincopadas de los personajes de La cantante calva tienen algo de autopsia, de retrato descarnado (como los cuadros de Francis Bacon) del mundo cotidiano. En España Tip y Coll hacían algo de eso y daban mucha risa. Pero lo mejor de aquella pareja no era que hacían reír sino que hacían pensar. El extrañamiento al que Ionesco somete al lenguaje puede parecer chocante e, igual que ellos, mover a risa. Pero su principal intención es más bien decaparlo, retirar sus letanías y mostrar qué se oculta tras el encadenamiento de las palabras. En La cantante calva ese ejercicio es brillante, pero será mucho más intencionado en obras como El rey se muere y, sobre todo, en Rinoceronte. De esta última vimos hace tres años una versión magnífica de Ernesto Caballero en el María Guerrero. La de La cantante calva de Luis Luque es también memorable. La puesta en escena es impecable con un espacio tan bien definido por ese punto de fuga radical en la puerta lejana, esa bandera británica que hace de telón transparente y esa esfera ocular que puede convertirse en reloj o en la mismísima reina de Inglaterra que nos despide al final. También los seis actores han estado magníficos componiento ese entramado discursivo dislocado que les exige una gran complicidad para expresar de modo coral las incoherencias y metacoherencias de sus personajes. Así que el intenso aplauso del público que esta noche volvió a llenar el Niemeyer fue más que merecido.

Texto 

viernes, 2 de marzo de 2018

Como ceniza blanca sobre una hoguera

de Néstor Villazón. Dirección: Gemma de Luis.
producción: La Tejedora de Sueños
con Jorge Moreno, Félix Corcuera, Nacho Ortega, Mayra Fernández, Manu Lobo y Verónica Gutiérrez.

2 de marzo de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 80’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias".

La inquisición, los Reyes Católicos y los judíos. Alguna posible conspiración y también algunas torturas. Un bufón locuaz y unos clérigos canallas. Todo en escenas sucesivas en lugares apropiados.

Las proyecciones, la iluminación y las interpretaciones son impecables. Pero la historia no me atrae. No entiendo el por qué del tema y el texto no consigue que lo que pasa en el escenario me interese más que por lo bien que los actores interpretan sus personajes múltiplicados y por lo bien que funcionan esos espacios proyectados que parecen tan reales.