viernes, 21 de diciembre de 2018

Fedra

de Paco Bezerra. Dirección: Luis Luque.
producción: Pentación Espectáculos.
con Lolita Flores, Juan Fernández, Críspulo Cabezas, Eneko Sagardoy y Tina Sainz.

21 de diciembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 95’ aprox.

Mientras Teseo está ausente Fedra pierde la cabeza por Hipólito, pero el príncipe la rechaza. Despechada le dirá al rey que era él quien la asediaba

Sin referencia a Eurípides en los créditos del programa de mano (aunque sí en el comentario), esta Fedra se suma a esos montajes que se estrenan en Mérida habiendo sido diseñados para una gira muy larga. Se nota en ese escenario blanco con hendidura cavernosa y orgánica que en el Niemeyer queda tan bien, pero que en Mérida se une a ese tipo de montajes que acotan en exceso el espacio en el que se desarrolla el drama. El de esta Fedra se presenta como importante y rotundo pero no consigue emocionarme a pesar de que los cinco actores están impecables y de que las proyecciones y las músicas están muy bien ajustadas. Quizá sea porque esas voces amplificadas (en Mérida seguramente obligadas, pero aquí completamente innecesarias) restan verdad a los parlamentos de los intérpretes y hacen que uno eche de menos aquella emoción radical con que Lolita conmocionaba al patio de butacas en La plaza del diamante. Lo que le pasa a esta Fedra me llega mucho menos.


jueves, 20 de diciembre de 2018

Niue. Under the coconuts

texto y dirección: Maxi Rodríguez.
una producción de Escenapache
con Carlos Mesa y Alberto Rodríguez.

20 de diciembre de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 70’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias".
   
Soliloquios intercalados de dos hombres en una isla. Sobre la pareja, sobre la patria, sobre las redes sociales... Sobre todo lo que sirve para obviar la soledad.

Maxi Rodríguez tiene una escritura chispeante y agilísima. Los diálogos asturdianos (o cotirianos) que publica en La Nueva España tienen siempre la gracia de lo rabiosamente local. Y aquí la convierte en mundial no por el característico grandonismo astur sino porque los hilarantes diálogos existenciales entre los dos personajes que entretejen magníficamente Carlos Mesa y Alberto Rodríguez podrían ser comprendidos y disfrutados en cualquier lugar. Algo de Tip y Coll y algo de Jardiel son las resonancias que uno encuentra en el torrente de ocurrencias, entre absurdas y bien traídas pero siempre intencionadas, de estos personajes insulares empeñados en hacer perfecta la sintonía de sus logorreas. Niue. Under de coconuts es un divertimento para cualquier público que por momentos nos depara reflexiones selectas. Pero siempre con la coña propia de unos tipos que parecen la versión más aguda, hiperlocuaz e intrascendente de los naúfragos de Forges.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

El declive

Autor: Nelson Valente. Dramaturgia, puesta en escena y dirección: Nelson Valente.
producción: Banfield Teatro Ensemble.
con Enrique Amido, Pachi Molloy, Carlos Rosas y Lide Urania.

5 de diciembre de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 65’ aprox.

Dos matrimonios maduros pasan juntos un domingo en casa de uno de ellos. Hay tedio y lugares comunes en sus conversaciones. También algunas confesiones imprevistas. Y momentos de crispación catártica que parece que podrían acabar con las dos parejas. Como seguramente pasará otra vez el próximo domingo.

Vivir en Avilés es un lujo si a uno le gusta el teatro. Esta maravilla de Nelson Valente que nos llega desde Buenos Aires solo se ha visto en la Villarroel de Barcelona, en Hospitalet, en Tarrasa y aquí. Y el azar ha hecho que forme un díptico perfecto con El amor menos pensado, la estupenda película de Juan Vera que reseñé ayer en el blog de cine y que, en tono dulce y burgués, nos presenta a otro matrimonio maduro de Buenos Aires que también vive el declive. El de estos cuatro personajes es mucho más áspero. El tono que Nelson Valente da a su historia es radicalmente hiperrealista. Y así consigue que sea tan importante lo que dicen (y da gusto escucharlos) como sus silencios (y asombra lo que consigue al prolongarlos). La suya es una maestría tan soberbia en la escritura, en la dirección escénica y en el trabajo con los actores que desde el primer minuto uno queda fascinado por lo que pasa en la intimidad de esos viejos amigos argentinos y no deja de asombrarse ni un segundo hasta que los actores salen a saludar y a recibir el largo y merecido aplauso. El patio de butacas acoge con sonrisas lo que a veces parece una comedia. Pero también ha sentido la aspereza, la hondura y lo revelador que resulta este espejo de la edad tardía que hoy ha puesto Nelson Valente en el escenario. Los cuatro actores están impresionantes siendo imposible imaginar más verdad y más calado en su trabajo. De hecho, uno siente que conoce y entiende a sus personajes desde hace mucho tiempo. Y eso es así porque Nelson Valente tiene una visión penetrante sobre las convivencias (y las sinvivencias) prolongadas y sobre los sobreentendidos (y los infraentendidos) cotidianos. Ya digo, es un lujo vivir en Avilés y poder sentir que en algunas noches de teatro uno también tiene la suerte de vivir en Buenos Aires.

viernes, 30 de noviembre de 2018

La culpa

de David Mamet. Versión: Bernabé Rico. Dirección: Juan Carlos Rubio.
una producción de Talycual.
con Pepón Nieto, Magüi Mira, Ana Fernández y Miguel Hermoso.

30 de noviembre de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 75’ aprox. Estreno absoluto.

Un psiquiatra que tenía como paciente a un joven que provocó una masacre está en el punto de mira mediático y judicial. Sobre él se ha publicado una información falsa en un periódico que solo le dejará en paz si escribe un artículo que no le beneficia. La abogada defensora del joven también le pide que testifique a su favor. Pero él se niega a las dos cosas. A pesar de que su mujer y un amigo abogado le recomiendan que atienda esas demandas y siga con su vida.

Los conflictos entre la deontología y la ética. Los límites y consecuencias de mantener la coherencia. De eso trata esta nueva obra de Mamet que hoy se estrena en Avilés y que al parecer es su primera versión fuera de Nueva York. La obligación del secreto profesional es algo que comparten los periodistas (no deben revelar sus fuentes), los abogados (no deben acusar a sus defendidos) y los psiquiatras (no deben revelar información sobre sus pacientes). En realidad, el secreto de estos últimos se parece mucho al de los sacerdotes y Mamet lo ha tenido en cuenta haciendo que, aunque no sea católico, este psiquiatra tenga querencias religiosas y esté muy interesado en la Torá. Muy acertadamente Mamet deja en fuera de campo a los medios y plantea un interesante triángulo entre el psiquiatra, la mujer y el amigo que Juan Carlos Rubio presenta muy bien haciendo que siempre esté escena el otro mientras el protagonista habla con cada uno de ellos. Pepón Nieto está estupendo en el papel del psiquiatra y ha conseguido que me olvide de lo poco que me gustó La comedia de las mentiras. También es impecable y bastante opresiva una escenografía con intensa iluminación que me ha recordado (para bien) a la de la Muñeca de porcelana. Nada extraño siendo el director Juan Carlos Rubio del que, además de aquella, se han visto aquí hace poco obras tan bien hechas como Sensible o Páncreas. Sin embargo, aunque los mimbres son muy buenos y Mamet me gusta mucho creo que no será esta la obra que más recordaré de él. Planteando menos dilemas me gustó mucho más Muñeca de porcelana y me parecieron mucho más intensos y penetrantes sus conflictos de otras obras suyas que hemos visto últimamente como Oleanna o La anarquista (Magüi Mira destacaba muchísimo más en aquel papel). Qué se le va a hacer. Quizá sea que esta noche yo esperaba demasiado o que no estaba tan receptivo. Así que no sé si la culpa será de Mamet o mía.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Un cuerpo en algún lugar

Texto y dirección: Gon Ramos.
una producción de In Gravity.
con Fran Cantos y Luis Sorolla.

23 de noviembre de 2018. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 65’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


Él la busca a ella. Lo desde hace un año, siete meses y once días en que salió de casa con la intención de encontrarla. Ella se fue tres días y dos horas antes. Él solo tiene como guía una carta que leyó a destiempo y una voluntad infinita de encontrar ese cuerpo  que para él es el de Dios. Él es un personaje. Y el otro nos sirve de mediador en los encuentros que va teniendo mientras la busca. 

Desde el ambigú del Pavón Kamikaze nos llega esta maravilla que ya se intuye memorable desde ese extraordinario preámbulo en el que Luis Sorolla nos anticipa el relieve de los subtextos y metatextos de esta búsqueda fragmentaria. Y es que Gon Ramos ha escrito un texto soberbio que con una escenografía mínima (unas sillas y unas marcas en el suelo) cautiva al cerebro y al corazón. Porque Un cuerpo en algún lugar es toda una lección de buen hacer teatral. Desde la cadencia de la escritura hasta esas transiciones que uno no sabe si suceden en el escenario o en la cabeza. Todas las escenas son fascinantes pero algunas tienen una intensidad superlativa. Por ejemplo, la lectura telefónica de esa carta que es hilarante y a la vez dramática hasta la lágrima. Gon Ramos es extraordinario escribiendo (tengo que encargar ya el libro) y dirigiendo, pero Un cuerpo en algún lugar es también teatro mayúsculo porque está interpretado por dos genios que transmiten toda la fuerza de un viaje que es íntimo y desangelado a la vez. Fran Cantos borda ese papel doliente del hombre que busca y Luis Sorolla maneja extraordinariamente todos los registros: desde la persona que al comienzo nos habla sin cuarta pared hasta esos personajes con los que consigue que veamos a una madre solo con un texto neutro, a una adolescente solo con un gesto o a un camarero español solo con sus movimientos por este escenario/ambigú del Niemeyer/Kamikaze. Así que uno sale queriendo saber más de toda esta gente. Del personaje del hombre que busca. De los anteriores trabajos de Fran Cantos y Luis Sorolla. Y también del singular mundo teatral de Gon Ramos, de quien quiero ver todo lo que haga. También ese Yogur|Piano que precedió a esta obra extraordinaria.

sábado, 10 de noviembre de 2018

La Strada

obra de Federico Fellini. Adaptación: Gerard Vázquez. Dirigida por: Mario Gas.
una producción de José Velasco.
con Verónica Echegui, Alfonso Lara y Alberto Iglesias.

10 de noviembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 95’ aprox. Estreno absoluto.

Gelsomina, Zampanó y El Loco. Ella sufre la aspereza del primero y queda fascinada por la alegría del segundo. Son vagabundos del circo que se encuentran y desencuentran en las carreteras italianas de posguerra. Un drama poético sobre tres seres humanos a la intemperie.

Lo fácil (y estúpido) era recuperar la historia de Fellini a la luz de los tópicos del maltrato de género: la víctima, el bueno y el maltratador. Interpretar así La Strada sería no entender nada de la película. Es verdad que hay en ella dos masculinidades contrapuestas y una mujer desvalida. Pero si La Strada fue (y es) una gran película no es por eso, sino por su inmenso calado existencial y poético. Lo bronco, lo tierno, lo irónico, lo triste, lo vital, lo efímero y lo eterno. De eso va la película de Fellini y eso es lo que muy acertadamente ha rescatado Mario Gas en esta obra no apta para todos los públicos. La cadencia es demorada y elegiaca. Como corresponde a esa mirada triste sobre el circo que tenemos quienes considerábamos insufrible su alegría impostada porque intuíamos que era solo la máscara con que se ocultaba la pobreza. Y es ese imaginario tácito el que Mario Gas sabe aprovechar para crear el contexto de estos tres personajes que están magnificamente interpretados por Verónica Echegui, Alfonso Lara y Alberto Iglesias. Estando muy bien los tres, me ha gustado especialmente el tono que le ha dado ella al de Gelsomina, muy  distinto al que en la película interpretaba Giulietta Masina pero no menos intenso y apropiado. La Strada de Mario Gas ha contado también con una estupenda adaptación de Gerard Vázquez que ha tenido el acierto de rescatar todas las perlas poéticas del guión de la película haciendo que brillen especialmente en esta obra contenidísima, tristísima y a la que le viene muy bien el espacio del Niemeyer para subrayar el desvalimiento existencial de estos tres seres casi arquetípicos. Como era de esperar, la escenografía es muy oportuna con ese carromato con ciclomotor y esos tres arcos que parecen esqueletos circenses o puentes de luces cinematográficas desde los que unas pantallas proyectan evocaciones pseudofellinianas que dialogan espléndidamente con el contenido de cada escena. Así que, un año después de aquel encuentro delicioso que compartimos en el Palacio Valdés con José María Pou, ha sido un placer tener nuevamente en Avilés a Mario Gas y poder disfrutar con un nuevo estreno suyo. Seguramente su Strada exige del público bastante más que otras obras. Pero también pasa eso con la película de Fellini.

domingo, 21 de octubre de 2018

Bodas de sangre

de Federico García Lorca. Dirección: Oriol Broggi.
una producción de La Perla 29.
con Clara Segura, Nora Navas, Ivan Benet, Pau Roca, Montse Vellvehí y Anna Castells
Músicos: Joan Garriga, María Roch y Marc Serra
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21 de octubre de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 120’ aprox.

La novia, el novio, la madre y el otro hombre. Los muertos, la boda y la huida. El caballo, los cuchillos y la luna. Son las bodas de sangre.

La música en directo le viene bien a este drama poético. Pero la puesta en escena resulta demasiado plana. Se echan en falta más contrastes. Más día y más luna. Más luz y más definición de los espacios. Nora Navas está muy bien en el papel de la madre, pero el de la novia debería tener más sensualidad. La película de Paula Ortiz no me había gustado nada. Pero justo por los motivos contrarios: luz cegadora, esteticismo pretencioso, sensualidad extrema. Supongo que en el justo medio estaría lo mejor. Porque de lo que se trata es de destacar la intensidad poética del texto de Lorca y eso no lo conseguía aquella película que casi la obviaba ni esta obra que, respetándola, no consigue transmitir la emoción de este drama.

sábado, 20 de octubre de 2018

Sindrhomo

una pieza diogénica de Laia Cárdenas. Dirección: Xavo Giménez.
producción: La Teta Calva.
con Merce Tienda, Manuel Valls y Leo de Bari.

20 de octubre de 2018. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 75’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer
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Rómulo vive encerrado en su casa y en sus obsesiones. Y acumula todo lo necesario para preparar la defensa del apocalipsis que nos acecha. Su hermana Gloria viene a verlo y quiere convencerlo de que vendan la casa. Ella ha perdido el trabajo, el marido y casi todo lo demás. Son dos seres desvalidos que aún no han superado la desaparición de la madre. La presencia consoladora de un travesti argentino les ayudará a pasar la Navidad. Y a atreverse a cumplir los planes de Rómulo. 

Heroicidades íntimas en tiempos de desahucios. Retrato triste de unos seres que buscan la redención. Todo es sencillamente impecable en Sindrhomo. El tierno retrato del desvalimiento en un texto magnífico que sabe dosificar su notable carga  poética. Las extraordinarias interpretaciones de estos tres actorazos que saben dar vida a unos seres para los que el desahucio es más que inmobiliario. La cadencia de una historia en la que la angustia paranoide del hermano tiene su correlato en el descarrilamiento vital de la hermana, pero encuentra alivio (para los personajes y para el espectador) en la llegada del alegre y amable ángel de la guarda que compone ese maternal y argentinísimo travesti. Sindrhomo es otra joya que nos llega al off del Niemeyer en el comienzo de una temporada que se promete magnífica una vez más. Con el extraordinario texto de Laia Cárdenas, la oportunísima dirección de Xavo Giménez y las impresionantes interpretaciones de Merce Tienda, Manuel Valls y Leo de Bari asistimos a un nuevo ejemplo de esta corriente que últimamente nos depara obras de altísima calidad en las que el desamparo motiva propuestas tan sobresalientes como La abducción de Luis Guzmán de Pablo Remón, Sé de un lugar de Iván Morales o Nada que perder de Javier G. Yagüe. Las derivas vitales en estos tiempos desahuciadores son una de las características que comparten estas obras que parecen adscribirse a la poética de la amargura, quizá una nueva corriente teatral que también tiene en la pérdida de las figuras parentales otra de sus notas compartidas (La abducción, Inconsolable de Javier Gomá y, por supuesto, este Sindrhomo). Una tendencia esta que también parece tener cierta presencia en la literatura de autoficción (El mundo de Juan José Millás, Ordesa de Manuel Vilas o, en otro sentido, El balcón en invierno de Luis Landero). Así que cada vez resulta más claro que para estar al día en las tendencias teatrales más interesantes del panorama independiente español no parece mala cosa seguir con atención la programación de este off de nuestro querido Centro Niemeyer (al que, por cierto, hoy le dedica Manuel Vilas un hermoso artículo en El País).

sábado, 29 de septiembre de 2018

La golondrina

texto: Guillem Clua. Dirección: Josep María Mestres.
producción: Lazona.
con Carmen Maura y Félix Gómez.

29 de septiembre de 2018. Centro Niemeyer, Avilés. 90’ aprox.

Un joven va a casa de una mujer madura que da lecciones de canto. Quiere ensayar La golondrina, la canción que ella le enseñaba a su hijo Daniel muerto hace un año en un atentado terrorista. También es la canción que este joven aprendió de él. Ella no lo conocía. Tampoco sabía que los dos iban a casarse. 

Un año más estrenamos temporada y abono con localidades estupendas: fila tres en el Niemeyer y fila seis en el lateral izquierdo en el Palacio Valdés. La golondrina es un drama, escorado al melodrama, que conjuga tres temas bastante frecuentados últimamente: la relación paterno filial, la salida del armario y el terrorismo. Sobre lo primero, vimos ayer dos películas, Girl y Searching (las comento en el otro blog) centradas en la relación entre un padre y una hija. Aquí es una madre la que sufre la ausencia del hijo con una Carmen Maura  en un papel doliente y contenido y un Félix Gómez interpretando al joven que ha de desvelarle la verdad sobre ese tercero cuya pérdida les une. Si el drama de la ausencia no resulta muy novedoso, la vertiente LGTB de la historia es aún más tópica (nada que ver, por ejemplo, con aquellos Juguetes rotos de Carolina Román que vimos en enero en el Palacio Valdés) y casi resulta molesta cuando se vincula nada menos que con un imaginario atentado homófobo con cincuenta muertos en España. De hecho, venía a ver esta obra pensando que podría tener algo que ver con el tema de La mirada del otro, aquella soberbia propuesta de María San Miguel y Chani Martín que vimos hace tres años en el off que resultaba aleccionadora y emotiva hasta la lágrima. Carmen Maura (a la que no vemos en el teatro) tiene un papel menos lucido que el de Félix Gómez (al que vimos  en Mérida el pasado mes de julio en el Filoctetes de Antonio Simón y también allí hace dos años en el Alejandro Magno de Luis Luque). En todo caso, los dos están bien en esta obra que hoy ha llenado el auditorio del Niemeyer pero que tiene una puesta en escena muy poco arriesgada y bastante monocorde. Así que no va a ser difícil que veamos cosas mejores en Avilés en esta temporada. Para empezar el estupendo Calígula de Mario Gas que vendrá al Palacio Valdés la semana próxima y que nosotros ya pudimos disfrutar el año pasado en Mérida.


viernes, 24 de agosto de 2018

Un tercer lugar

texto y dirección: Denise Despeyroux.
una producción del Teatro Español.
con Íñigo Rodríguez-Claro, Vanessa Rasero, Giovanni Bosso, Sara Torres, Pietro Olivera y Denise Despeyroux.

24 de agosto de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 110’ aprox.

Quince escenas numeradas y tituladas. Siempre con dos personajes. Casi siempre un hombre y una mujer. Son tres hombres y tres mujeres que podrían enamorarse, que quisieran enamorarse o que ya están enamorados. Dos de ellos son hermanos. Y los seis comparten desvaríos sobre el amor.

Denise Despeyroux nos desvela muy en serio las leyes generales del amor bilateral. Por eso reivindica un tercer lugar. Hoy volvemos a ver a esta excepcional dramaturga en Avilés en todos sus modos de practicar el teatro. Como autora de un texto extraordinario. Como directora de una obra que es un modelo para armar y como actriz que se expresa en un registro dulcísimo y perfecto que será difícil olvidar. Como siempre, nos presenta unos personajes algo neuróticos, locuaces, y tiernos (tiernísimos hoy) que parece que no debemos tomar muy en serio. Igual que todo lo que dicen, que aparentemente oscila entre las leves ironías filosóficas aptas para todos los públicos y la comicidad inteligente de una autora que domina como nadie el arte de tejer palabras banales en diálogos sorprendentes que ponen al cerebro del espectador en permanente modo sonrisa. Sin embargo, tras esa apariencia juguetona el universo Despeyoux se toma muy en serio sus leyes y, en este caso, entra a fondo en las que tienen que ver con el amor. Por eso nos hace intuirlas de manera oblicua. Mostrando en esta Rayuela con base en Usera un juego en el que las partes son deliciosas y el todo es más que su suma. Cada escena es un corto o un cuento perfectamente acabado que se integra en un todo que nunca lo está. Que deja al espectador con ganas de leer el texto (por suerte han traído esta noche el libro) y comprobar que el universo Despeyroux es más bien un multiverso lleno de agujeros nada negros por los que se conectan los personajes, sus palabras y lo que pensamos nosotros mientras los escuchamos divertidos. Solo por ese monólogo magnífico de ella en la carta de la penúltima escena ya sería memorable Un tercer lugar. Un lugar que de forma tan sosegada se intuye en la siguiente escena, ese último cuadro bilateral en el que uno lamenta que esta Rayuela solo tenga quince casillas. Con Un tercer lugar ya hemos visto en Avilés cuatro de las obras de Denise Despeyroux (y nosotros dos más en Madrid). Desde que estrenó el off del Niemeyer con aquella magnífica historia, también bilateral, que era La realidad, siempre queremos que vuelva a Avilés. Ojalá que podamos ver pronto aquí el estreno de alguna de las maravillas de su universo.

viernes, 17 de agosto de 2018

Lehman Trilogy

de Stefano Massini. Versión y dirección: Sergio Peris-Mencheta.
una producción de Barco Pirata.
con Litus Ruiz, Pepe Lorente, Aitor Beltrán,Víctor Clavijo, Darío Paso y Leo Rivera.

17 de agosto de 2018. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 195’ aprox (con dos descansos). Estreno absoluto.

La saga de los Lehman y la historia del capitalismo americano en tres actos. Desde que el primero de los hermanos llegó a Nueva York en 1844 hasta que en 2008 se hundió un conglomerado económico indefinible que de aquella familia de judíos alemanes ya solo conservaba el nombre. Todo comenzó en Alabama, cuando los Lehman pasaron de comerciar con telas a inventarse la figura del intermediario. Y con cada generación un nuevo invento para ir haciendo más monstruoso ese golem contemporáneo llamado capitalismo financiero.

La historia de los Lehman es descomunal. Y también lo es esta balada para sexteto en tres actos con la que Sergio Peris-Mencheta ha conseguido que todo el público del Palacio Valdés se haya puesto en pie para aplaudir larga y merecidamente las tres horas hipnóticas de este montaje superlativo que hoy se ha estrenado en Avilés. Los tres actos se desarrollan en un escenario complejísimo de polivalencia máxima con una estructura elevada a cuyos pies hay un carrusel multiusos. Y ocupándolo y manejándolo todo seis actores soberbios que interpretan a velocidades de vértigo ciento y pico personajes con acentos múltiples y apostillas sorprendentes. Todos tocan instrumentos y cantan un repertorio americano y judío que ya haría de esta monumental obra un musical estupendo si lo visto esta noche fuera solo eso. Pero no. Lehman Trilogy es mucho más que un musical. Es una propuesta teatral arriesgada, sincronizada, entretenida, lúcida, poética, irónica y fascinante. De lo mejor que se ha visto en un escenario en mucho tiempo. Lehman Trilogy es absolutamente barroca en su virtuosismo escénico y, sin embargo, diáfana en la composición de un relato lleno de capas que resulta accesible y cautivador para el espectador más despistado y que tampoco da tregua al que busca los matices y los subtextos. Es imposible destacar las virtudes de cada uno de esos seis actores totales. De hecho, su principal mérito es poner su indudable excelencia individual al servicio de esta propuesta infinita y coral. Cada micropersonaje y cada gesto es un hallazgo que merecería un comentario separado si no fuera porque la obra es un continuo inabarcable de creatividad y perfección. Los seis actores se sitúan al borde del abismo por la dificultad y el riesgo de su ritmo trepidante. Pero enseguida nos damos cuenta de que nunca se van a caer y que la alegre seguridad que muestran en la imagen del cartel  describe muy bien la manera en que afrontan su trabajo en el escenario. Así que tenemos mucha suerte en Avilés. Sergio Peris-Mencheta nos frecuenta y nos aprecia. Que yo recuerde, ya ha estrenado aquí tres obras como director y otra más como actor. Como director le debemos esta joya que dará tanto que hablar (si no más) como aquel memorable Un trozo invisible de este mundo que escribió y protagonizó Juan Diego Botto. También estrenó aquí aquella propuesta variadísima que se titulaba Continuidad de los parques y La puerta de al lado (una obra que no puede ver). Como actor estrenó con Roberto Álamo también en el Palacio Valdés la magnífica Lluvia constante que dirigió David Serrano y también interpretó en el Niemeyer un rotundo Marco Antonio en el Julio César que dirigió Paco Azorín. Así que Sergio Péris-Mencheta es muy querido aquí y tras estrenos como el de esta noche quizá debamos declararlo avilesino de adopción. En todo caso, su virtuosismo como director y lo espectacular del resultado no debe hacernos olvidar que Lehman Trilogy también tiene mucha intención. Y es que la historia de los Lehman, además de ser una saga perfecta en el  relato magnífico de Steffano Massini, ayuda a desvelar y denunciar muchas cosas sobre el mundo en que vivimos, como lo hacía también la estupenda película de J.C. Chandor Margín Call que Kevin Spacey presentó en el Niemeyer hace ahora siete años. Así que ir al teatro para ver Lehman Trilogy es asistir a un prodigio escénico e interpretativo, pero también a una lección de historia, de economía, de política y de moral. En este sentido, no puede ser más afortunada la coincidencia de esta obra en los escenarios españoles con la llegada este otoño de Michael J. Sandel para recibir el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Leer su libro Lo que el dinero no puede comprar y ver en un teatro Lehman Trilogy no son solo recomendaciones de experiencias gratísimas que cualquiera agradecerá. Son también enseñanzas especialmente necesarias en estos tiempos. Así que muchas gracias Sergio. Por tu compromiso con este arte total que es el teatro y por ayudar a desvelar cómo funciona el mundo.

domingo, 12 de agosto de 2018

La bella Helena

de Jacques Offenbach. Adaptación: Miguel Murillo y Ricard Reguant. Dirección: Ricard Reguant.
una coproducción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Rodetacón Teatro.
con Gisela, Leo Rivera, Rocío Madrid, Javier Enguix, Joseán Moreno, Graciela Monterde, Joan Carles Bestard, Clara Alvarado, Pablo Romo, Mikel Hennet, Javier Pascual, Silvia Martí, Joan Codina, Tamia Déniz y Patricia Arizmendi.

12 de agosto de 2018. Ruinas de Cáparra. 64º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Cáparra. 120’ aprox.

Eris encarga a Paris que decida entre Hera, Atenea y Afrodita cuál es la diosa más bella del Olimpo. Él se inclina por Afrodita, que como recompensa le promete que Helena se enamorará de él. Su marido Menelao debería tener algo que decir. Y también Calcas, Agamenón, Aquiles y los dos Áyax.

La extensión del festival de Mérida en Cáparra crece. Casi ha duplicado el número de localidades y en esta segunda edición hay una obra más que el año pasado. Como ya habíamos visto en Mérida Calígula, El cerco de Numancia y La comedia de las mentiras (estupendas las dos primeras), solo nos quedaba La bella Helena para aprovechar la cercanía de este precioso lugar en esta noche de Perseidas. Lamentablemente La bella Helena compite con La comedia de las mentiras en la cantidad de resortes bobos para provocar la risa del público. Es una opereta bufa (muy bufa) que seguramente tenía poco que rescatar del original de Offenbach, pero que en esta adaptación abusa de los chistes tópicos sobre políticos, de la representación casposa de la homosexualidad mariquita y de esa rijosidad reprimida que, con la excusa de que son diosas y reinas griegas, presenta a las muchachas como muy apetecibles y con muchas ganas de entregarse a algún varón. Vamos, la dieta perfecta para la masculinidad más rancia. Un humor tontorrón y un ambiente musical de pacata provocación han hecho que esta noche lo mejor estuviera más allá del escenario: en ese arco con el que el espacio escénico de Caparra recuerda al de Vicenza y en ese cielo extremeño en el que las estrellas eran hoy las diosas más interesantes.    

sábado, 4 de agosto de 2018

Miguel de Molina al desnudo

de Ángel Ruiz. Dirección: Félix Estaire.
producción: Lazona.
con Ángel Ruiz y César Belda.

4 de julio de 2018. Centro Niemeyer, Avilés.
95’ aprox.

Miguel de Molina sale de nuevo al escenario para repasar su vida ante nosotros. Su público somos unos periodistas curiosos y también morbosos. Acompañado solo por un pianista irá evocando su pasión por cantar. Su infancia malagueña. Su paso por Sevilla y por Granada antes de dominar la copla como nadie en Madrid. Sus conciertos durante la guerra y también el terrible paseíllo que le dieron aquellos canallas que lo sacaron una noche del Pavón. Luego vino la prohibición de actuar en España, el exilio y el apoyo de Evita que le hizo quedarse para siempre en Buenos Aires. El viejo Miguel nos dice que allí nos espera cuando queramos visitarlo en La Chacarita. Todo nos lo va contando con ironía y con emoción. También se le escapan algunas canciones. Y entonces no sabemos si estamos en Avilés o en algún teatro madrileño o porteño hace muchos, muchísimos años.
 
Esta noche no ha venido al Niemeyer Ángel Ruiz. Quien estaba ante nosotros era Miguel de Molina. Nadie lo imitaba ni lo interpretaba, porque el artista homosexual y exiliado se ha reencarnado en este magnífico actor para contarnos su vida y cantarnos sus canciones. En su forma de hablar se le nota que es inevitable y orgullosamente andaluz y porteño. Y en su elegancia amanerada se le notan también sus querencias artísticas y vitales. No hay en él ningún exhibicionismo. Si acaso el de saberse único y cautivador con su voz y con sus gestos. Durante hora y media responde sin recato a preguntas que no oímos y que nunca le incomodan. Porque de nada tiene que avergonzarse este cantante memorable. Si acaso podría hacerlo de haber nacido en un país que le obligó al exilio. Hoy Miguel de Molina ha vuelto a España. Dicen que es un tal Ángel Ruiz quien lo interpreta. Pero yo sé que no. Si acaso le ha prestado el cuerpo para que el artista lo habite con su duende.

jueves, 2 de agosto de 2018

Mestiza

de Julieta Soria. Dirección: Yayo Cáceres. Asesor de dramaturgia: Álvaro Tato.
Emilia Yagüe Producciones.
con Gloria Muñoz, Julián Ortega, Manuel Lavandera, Silvina Tabbush.

2 de agosto de 2018. Conventual de San Benito, Alcántara. 34º Festival de Teatro Clásico. 80’ aprox.


Un joven Tirso de Molina visita con mucho interés a Francisca, la hija de Pizarro y de la princesa Quispe Sisa. Ella vive retirada en su jardín de Madrid y él quiere escribir sobre su vida. Las evocaciones de la mujer son del mayor interés para este joven ilusionado. Después de muchos años Tirso de Molina escribirá la Trilogía de los Pizarro. Pero apenas dirá nada de lo que aquella mujer le contó.

Julieta Soria escribe con lucidez y alegre ternura un diálogo imaginado entre el joven Tirso y la noble mestiza. Un encuentro posible que nos habla del Perú inca y de la España del siglo XVI. De América y de nuestra lengua. Y de los entrañables extrañamientos de quienes quieren a las dos. Mestiza también nos habla de esas hibridaciones involuntarias que acaban siendo tan fructíferas. De los encuentros entre las culturas, las generaciones y los sexos. De todo eso trata esta obra que no puede ocultar sus deliciosos aires ronlaleros. Por lo alegre. Por lo amigable. Por lo mucho que reivindica nuestra lengua y nuestra(s) historia(s). Así que disfrutarla frente a la galería de Carlos V en la Conventual de San Benito en la primera noche de esta edición del Festival de Alcántara es un lujo impagable. Sobre todo porque esta Mestiza lúcida, irónica y tierna está interpretada por una Gloria Muñoz magnífica que cautiva con su voz y con su gesto y por un Julián Ortega que también está perfecto en el papel de ese joven Tirso fascinado con aquella mujer madura que quizá se sabía la primera iberoamericana en Madrid. Al buen texto de Julieta Soria le acompaña la mano maestra de Yayo Cáceres (y de Alvaro Tato) y eso se nota. Ya digo, aunque no lleve su marca, esta Mestiza es de cepa ronlalera. Y por si eso fuera poco, los dos magníficos intérpretes tienen al pie del escenario el apoyo de dos músicos impresionanes. El que toca la guitarra es Manuel Lavandera y la hermosísima voz que canta es la de Silvina Tabbush. Los dos forman Madre Tierra, un duo magnífico que esta noche le han puesto aún más emoción y más alma mestiza a esta obra que entre otras cosas nos habla de lo mejor que tiene ser español: poder sentirse también americano.

domingo, 29 de julio de 2018

Filoctetes

de Sófocles. Versión: Jordi Casanovas. Dirección: Antonio Simón.
una coproducción de Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y Bitó.
con Pedro Casablanc, Pepe Viyuela, Félix Gómez, Samuel Viyuela, Arantxa Aranguren, Sandra Arpa, Marina Esteve, María Herrero, Sara Illán, Nahia Laiz y Mónica Portillo.

29 de julio de 2018. Teatro Romano. 64º Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida. 95’ aprox.

Ulises encarga a Neoptólemo que engañe a Filoctetes para conseguir su arco y vencer en Troya. Él no puede hacerlo porque hace diez años lo abandonó a su suerte en la isla de Lemnos con una grave herida en una pierna. Filoctetes confiará en Neoptólemo y a este se le hará muy difícil cumplir el encargo de Ulises. Finalmente Hércules hablará desde el más allá y convencerá a Filoctetes de que, a pesar de todo, les ayude a conquistar Troya. 

Pedro Casablanc en el papel de Filoctetes ya era suficiente motivo para venir a ver esta obra de Sófocles que nunca se había representado en España. Filoctetes tiene mucho diálogo reflexivo y pocas acciones. Es la historia de un robinsón herido y noble que pondrá a prueba la ética de un joven que no quisiera ser desleal con nadie.  En este sentido, el duelo principal se establece entre Pedro Casablanc y Félix Gómez y ambos salen muy bien parados. El primero transmite el dolor inmenso por esa pierna que nunca ha sido curada (cómo le entiendo en estos días que no soy bípedo) y por aquel abandono tan injusto. El segundo hace muy comprensibles las cuitas morales de su personaje y acierta a transmitir la estupenda ambigüedad del texto de Sófocles cuando, hablando mal de Odiseo (en esta versión se usan los nombres latinos para él y para Heracles), Neoptólemo miente y es sincero a la vez. También está muy bien Pepe Viyuela encarnando a un Ulises de traje y corbata con maneras de político o empresario canalla e imponente. Él y los soldados son las únicas derivas actualizadoras que nos propone Antonio Simón y hay que decir que le vienen tan bien a este Ulises como a aquellos personajes del magnífico MBIG de José Martret que, sin embargo, era tan respetuoso con lo esencial del texto de Shakespeare. La fidelidad al texto de Sófocles tambien domina en esta oportuna versión de Jordi Casanova que, aunque publicitada como llena de lecciones sobre nuestro presente (y eso me ponía en guardia), por suerte deja que seamos nosotros quienes las encontremos en la propia historia de Sófoclés. También se había hablado de una mirada pacifista y feminista en el papel del coro (otra vez en guardia, y no porque desprecie las intenciones sino porque me repelen los subrayados políticamente correctos), pero en sus voces predominan las pertinentes apostillas de la propia conciencia de Neoptólemo (y eso también está en el texto de Sófocles) y unas coreografías magníficas que hacen de contrapunto femenino perfecto a esos diálogos largos entre muy pocos hombres. Por lo demás, la escenografía es muy eficaz con ese barco varado y por momentos transparente que sirve de cueva y delimitación de angosturas, con esas ruedas que marcan ese no-lugar insular y con esas imágenes proyectadas en el siempre imponente escenario de Mérida. Quizá me ha sorprendido algo menos ese Deux ex machina final con la imagen y la voz de Miguel Rellán haciendo de Hércules, pero en general el trabajo de todos los actores y la propuesta de Antonio Simón son un buen ejemplo de que en un festival como este, además de reinterpretaciones de los clásicos grecolatinos más conocidos, también cabe esperar  la representación con calidad de otros textos menos frecuentes en nuestros escenarios. Así que ha sido otra estupenda noche de buen teatro en Mérida.