sábado, 18 de noviembre de 2017

La danza de la muerte

de August Strindberg. Adaptación y dirección: Margarita Mladenova
producción: Theatre Laboratory Sfumato.
con Svetlana Yancheva, Vladimir Penev y Tsvetan Alexiev.

18 de noviembre de 2017. Centro Niemeyer, Avilés. 90’ aprox. Estreno en España. (bulgaro sobretitulado)

Edgar y Alice llevan veinticinco años casados y veinticinco años odiándose. Abandonados por todos tienen todo el tiempo del mundo para desear que la muerte los separe. La visita de Kurt les confirma que su matrimonio ya está habitando en ella.

Tras la gratísima noche del martes, cerramos en el Niemeyer esta semana teatral con un estreno internacional sorprendente. En un escenario negro con muebles también negros un hombre y una mujer hablan asperamente. Su diálogo es frontal. Así que, sentados en una cama, los vemos como esas fotografías añejas en las que los matrimonios tristes nos miran desde el pasado. El texto es el de Strindberg, con toda su amargura, pero dicho en búlgaro y sobretitulado. Los diálogos entre el hombre y la mujer (también los que tienen con el tercero) mantendrán esa extraña frontalidad en buena parte de la obra, así que no hay asideros para anclar la interacción de unos personajes que Margarita Mladenova nos quiere presentar destilados. Es teatro sfumato (la compañía no pudo elegir mejor nombre), no apto para todos los públicos, que lo fía todo a la expresividad del instante y al dramatismo del texto. Así que la historia es un contrapunto perfecto de la reinterpretación que de este Strindberg hizo Carles Harillo Magnet en Los buitres, aquel off que se representó hace año y medio en el foyer superior de este mismo espacio. Aunque fascinado por este teatro tan distinto, uno siente (y lamenta) que se está perdiendo algo de la amarga musicalidad que seguramente tendrán las palabras en esa lengua extraña. Pero en la expresividad de los gestos y en esas discusiones letánicas se percibe la fuerza de un teatro deshidratado que transmite toda la intensidad de los dramas strindbergianos que, en formatos algo más amables, me resultaron tan fascinantes en las recreaciones más recientes de La señorita Julia (la de la película de Liv Ullmann y la de El ojo de la aguja de Estefanía Córtés en La pensión de las Pulgas). Así que son muy bienvenidas este tipo de propuestas singulares que entran en España por el Centro Niemeyer.