viernes, 13 de mayo de 2016

Hamlet

de William Shakespeare. Dirección: Miguel del Arco.
Producción: Compañía Nacional de Teatro Clásico y Kamikaze Producciones.
con Israel Elejalde, Ángela Cremonte, Cristobal Suárez, José Luis Martínez, Daniel Freire, Jorge Kent y Ana Wagener.

13 de mayo de 2016. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 150’ aprox.


Tras la muerte del rey y la boda de su madre con su tío, Hamlet parece haberse vuelto loco. Pero no por el amor de Ofelia, sino por lo que el fantasma de su padre le ha revelado: que quien lo sustituye en el lecho y en el trono es un traidor fratricida. Así que Hamlet deberá cumplir con su deber filial y vengar a su padre matando a su tío.

El extraordinario director de La función por hacer, Veraneantes o La violación de Lucrecia (gran noticia esta semana la del Premio Princesa de Asturias para Nuria Espert) lo ha vuelto a hacer. Miguel del Arco se ha atrevido esta vez con el Shakespeare más célebre y ha salido mucho más que bien parado. Ha hecho un montaje extraordinario para una actualización pluscuamperfecta del clásico más clásico. Casi podría decirse que es el texto de Shakespeare el que está a la altura de un montaje de ejecución exigente, pero de contemplación fascinante. El Hamlet de Miguel del Arco es una propuesta bellísima con un manejo inigualable del poder simbólico de esas luces y esas imágenes proyectadas en unas cortinas que casi nunca están inmóviles. Y todo enmarcado por una estructura contundente que se adapta a todas las escenas y que luce impecable en este gran escenario del Niemeyer en el que tantas obras se empequeñecen. Con solo un mueble en el escenario que puede ser mesa, cama, tumba o cualquier hito que los personajes requieran, Miguel del Arco va componiendo un montaje extraordinario al servicio de una propuesta dramática a la que no cabe hacer ningún reproche. Para ello ha contado con unos actores que han sabido ajustar impecablemente el tono de sus interpretaciones a la (semi)actualización del texto que Miguel del Arco nos propone. Entre ellos destaca Israel Elejalde que ha encontrado el punto justo para este Hamlet que interpreta siempre donde debe, en esa difícil tesitura entre la lucidez desquiciada y la locura reflexiva. Así que ha sido otra noche de teatro memorable. De esas que algunos creen que solo se pueden vivir en los mejores escenarios de las grandes capitales extranjeras.