viernes, 30 de diciembre de 2016

Amour

de Marie de Jongh. autor y dirección: Jokin Oregi.
producción: Teatro Arriaga y Tartean Teatroa.
con Ana Meabe, Anduriña Zurutuza, Ana I. Martínez, Javier Renobales y Pablo Ibarluzea.
 
30 de diciembre de 2016. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 60’ aprox.


Dos niños rondan a dos niñas. Ellas se quieren y juegan a casarse y a convivir, pero acabarán distanciadas y envejeciendo con ellos. Sin embargo, las niñas ancianas se siguen queriendo, así que al final los cuatro viejecitos decidirán vivir juntos en amor y compaña.

Sin palabras, con unas bonitas máscaras y todo el poder de los gestos. Así se expresan los cinco actores de este delicioso montaje apto para todos los públicos (salvo para homófobos). Una puesta en escena brillante con esa casa esquemática y polivalente en la que solo unas tizas pueden cambiarlo todo, una música grata, un sonido impecable y una historia sugerente y amable hacen que Amour sea una buena forma de despedir este año en el que tanto buen teatro hemos visto. De hecho, en febrero vimos en el Lliure de Gracia a esos maestros del teatro mudo que son Familie Flöz con los que recordamos el impresionante trabajo que los de Kulunka Teatro trajeron al Valey hace un par de años con aquella joya que fue André y Dorine. Con Amour los de Marie de Jongh siguen la senda de esas dos compañías. Y aunque el montaje no es tan complejo y exije menos de los actores, el resultado es impecable y más que sugerente. 
 

sábado, 17 de diciembre de 2016

El pintor de batallas

de Arturo Pérez-Reverte. Dirección y versión: Antonio Álamo.
Una producción de Emilia Yagüe Producciones.
con Alberto Jiménez y Jordi Rebellón.
 
17 de diciembre de 2016. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 80’ aprox.


El que ahora pinta batallas en el interior de una torre fue antes un famoso fotógrafo de guerra. Ahora viene a visitarlo un croata al que una fotografía suya le torció la vida. También viene a matarlo.

Al fondo del escenario vemos esa batalla que se va pintando mientras los personajes hablan de la guerra, de las vidas que se cruzan en el instante de una fotografía y de la responsabilidad que también tiene quien dispara con una cámara. La puesta en escena y los actores están bien. Pero el texto da para poco. El drama interior de un fotógrafo no parece tan importante en una guerra y resulta poco interesante en esta obra. Las reflexiones que se plantean no llegan a la hondura que pretenden, más bien parecen algo tópicas y un tanto pretenciosas. Así que este encuentro entre el croata y el fotógrafo no da para mucho.

viernes, 9 de diciembre de 2016

El público

de Federico García Lorca. Dirección: Àlex Rigola. 
una producción del Teatro de la Abadía y el Teatre Nacional de Catalunya.
con Nao Albet, Jesús Barranco, David Boceta, Juan Codina, Oscar de la Fuente, Laia Duran, Irene Escolar, María Herranz, Jaime Lorente, David Luque, Pau Roca, Jorge Varandela, Nacho Vera y Guillermo Weickert

9 de diciembre de 2016. Teatro de la Abadía, Madrid. 80’ aprox.


El público. El director. Los caballos. Julieta. Los estudiantes. Los tres hombres. Los dos amantes. Los trajes del arlequín y la bailarina. El prestidigitador. Y la arena del teatro bajo la arena. Y la sepultura del teatro al aire libre. Y la máscara. Esa máscara a la que teme el director cuando se pregunta qué haría con el público si le quitara las barandas al puente.

Ya hace treinta años de aquel ochenta y seis en que hacía cincuenta de la muerte de Lorca. Fue entonces cuando comenzamos esta deliciosa costumbre que es venir cada poco a Madrid. Así que dentro de unas semanas hará treinta años que vimos El Público, aquel memorable espectáculo para el que Lluis Pascual quitó las butacas del María Guerrero y llenó su patio de arena azul. Nosotros estuvimos allí, presenciando aquella ceremonia que tenía como maestro a Alfredo Alcón y en la que había caballos blancos, arlequines, prestidigitadores y palabras muy hermosas cuyo sentido se nos escapaba, pero que nos unían al teatro español de un pasado de libertades truncadas que en aquellos ochenta ilusionados nosotros empezábamos a disfrutar. Así que, mirando embobados aquella arena azul y escuchando aquellas frases casi oraculares, nos sentíamos asistiendo al teatro de ese futuro para el que Lorca había escrito esta obra hacía ya más de medio siglo. Desde aquel palco del María Guerrero nos asomábamos a su teatro bajo la arena dispuestos a destruir el otro teatro, a vivir siempre en el teatro y a no silbar desde las ventanas. Por eso teníamos que volver ahora a Madrid, para estar de nuevo entre el público de El Público y escuchar otra vez a Amancio Prada cantando los Sonetos del amor oscuro igual que hace treinta años cuando asistimos, también en el María Guerrero, a aquel maravilloso recital en el que los cantaba acompañado por el saxo de Pedro Iturralde. Así que en este fin de semana de diciembre hemos ido dos noches seguidas a este templo escénico que es La Abadía para contemplar, ahora de la mano de Àlex Rigola, la extraña y magnética representación de un teatro casi imposible y para escuchar a Amancio Prada cantando otra vez aquellos sonetos sobre la arena oscura del escenario de El Público. Una arena en la que hemos visto a Irene Escolar saliendo como Julieta de la sepultura, a los tres caballos humanos más desnudos y más caballos que se pueda imaginar, a los tres hombres azules que interpelan sobre la máscara a un director que no se quiere recordar como amante, a los personajes apasionados que hablan de amores truncados cuando al pez luna le responde el cuchillo, a unos estudiantes que hacen de críticos en medio de una revolución y hablan del teatro, del amor y del público. Todo ello en un escenario de arena negra con una gran lámpara, con músicos que ya están tocando cuando los acomodadores enmascarados nos reciben, con un ambiente de singular belleza y con la cuarta pared también resquebrajada recordando a la de hace treinta años en aquel otro teatro y a la que seguramente imaginó Federico en La Habana hace más de ochenta. Hora y media de seducción con palabras intensísimas que nos hablan del teatro y del amor homosexual. Un teatro poético en lo que se dice y cautivador en lo que se muestra. Con los movimientos perfectos de esos tres caballos que se convierten en danza deliciosa cuando el que interpreta maravillosamente Laia Durán acompaña la canción del Solo del pastor bobo antes del quinto cuadro. La experiencia de esta noche de viernes madrileño es tan grata como la del sábado en que, al terminar el recital y tras acordarme de guardar un poco de arena oscura en el bolsillo, hablamos un momento con Amancio y compartimos con él la emoción de este regreso conmemorativo al teatro poético de Lorca y a la poética de su música.

sábado, 3 de diciembre de 2016

El grito del contrabajo

una adaptación de El Contrabajo de Patrick Süskind. Dirección: David Lorente.
con Roberto Dragó y Ernesto Dragó.

3 de diciembre de 2016. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 60’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


Un contrabajista piensa sobre la relación con su instrumento en una habitación insonorizada. Lo reivindica y lo detesta apasionadamente. Su soliloquio es existencial y musicológico a la vez. En su pensamiento está también presente una joven soprano que le resulta inalcanzable. Pero todo podría ser distinto si en la función de esta noche se oyera su grito. El grito del contrabajo.

En este año se han cumplido treinta de muchas cosas. También de la publicación en español del magnífico texto que motiva esta obra. En el ochenta y seis yo no podía prever lo oportuno que llegaría a ser que Süskind hubiera llamado señora Niemeyer a la vecina del protagonista de El Contrabajo. Como tampoco podía intuir entonces la relación entre el inolvidable concierto del contrabajista israelí que practicamente inauguró este club escénico del Niemeyer hace cinco años con lo que hemos vivido en él esta noche. Así que, tras lo de ayer en el Palacio Valdés, ha sido un regalo este extraordinario off que, con una disposición de la sala muy novedosa (sin escenario y con tres pequeñas gradas alrededor del contrabajo), nos ha hecho disfrutar de una hora de teatro íntimo pero mayúsculo. David Lorente ha sabido sacarle el mejor partido al impresionante texto de Süskind (en el teatro lo tengo claro: venir leído multiplica el disfrute de una obra, así que esta mañana volví a leer ese librito que había comprado en Ojanguren en aquel lejano septiembre). Y lo ha hecho desdoblando al personaje con estos dos magníficos intérpretes. Desde su silencio, solo roto para tocar el contrabajo, Ernesto Dragó ha puesto emoción en el rostro, en las manos y en las maneras de un personaje doliente cuyos pensamientos, a veces eufóricos, ha expresado impecablemente un Roberto Dragó que ha sabido ocupar con su zumbón soliloquio todo el espacio entre el instrumento (amado y odiado) y la habitación insonorizada (que podría ser también la propia cabeza) de un músico. Escuchar a Roberto y mirar a Ernesto ha sido esta noche una experiencia teatral única que quizá ni el propio Súskind hubiera previsto para su magnífico monólogo. Quien no haya podido disfrutar de esta maravilla quizá pueda intuir lo que se ha perdido leyendo el texto de Süskind. O escuchando un contrabajo. Por ejemplo, el de Avishai Cohen, como estoy haciendo yo ahora.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Nobilmente

basada en la vida de la chelista británica Jacqueline du Pré
en inglés con interpretación simultánea
dramaturgia: Ximena Vera. Dirección: María Caudevilla.
producción: Up-a-tree Theatre / Baraka Teatro.
con Ximena Vera y Mary Fitzer.

2 de diciembre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.

 
La famosa violonchelista británica Jacqueline du Pré nos habla de su vida y de sus sentimientos. De su amor por la música, de su amor por un músico, del sufrimiento por la devastadora enfermedad que le impidió seguir tocando. Y también del descubrimiento de la poesía y de la música en las palabras.

Una avilesina nos va contando las vivencias de aquella mujer que consagró su vida a un instrumento. Mientras tanto, desde un ventanuco al fondo del escenario, una americana va leyendo ante un micrófono la traducción de lo que nuestra paisana va diciendo en inglés. El público no angloparlante va provisto de cascos para seguir la historia. La idea de una española que habla muy bien inglés y fascina a los de su pueblo y de una anglosajona que habla muy bien español y se lo traduce a los torpes podría dar para un curioso espectáculo de La Cubana. Por ejemplo, para una sátira que sintonizara con lo que he sostenido en los artículos sobre la ilusión bilingüe que están en mi blog de educación. Eso sí, si en vez de tratarse de Jacqueline du Pré el músico reivindicado fuera, por ejemplo, Pau Casals y un actor avilesino se atreviera a mostrar en público durante hora y media sus dotes con la bonita lengua catalana, me temo que no sería tan bien recibido, ni siquiera con traducción simultánea. Aunque la cosa multilingüistica también podría dar para un experimento teatral mucho más interesante si las lenguas, además del medio, fueran el tema y el autor de la obra fuera, por ejemplo, un Juan Mayorga que se animara a explorar las posibilidades de lo que sugiere la película La llegada o de lo que planteo en el caso simulado sobre el proyecto Babel. Pero si de lo que se trataba era simplemente de llevar al escenario una propuesta sobre la vida de Jacqueline du Pré hay que decir que lo visto y oído da para una de tantas buenas funciones de las que presenciamos en el ciclo Hecho en Asturias. Eso sí, con un texto interesante y una puesta en escena bastante correcta. Por lo demás, si la avilesina hubiera hablado en castellano seguramente habrían venido menos profesores de inglés al teatro, pero habríamos podido valorar mejor sus méritos como actriz sin la distracción de estar pendientes de su dominio del inglés o de los leves tropiezos en el buen castellano de su compañera traductora.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Una gata sobre un tejado de zinc caliente

de Tenesee Williams. Versión y dirección: Amelia Ochandiano.
Producción: José Velasco.
con Eloy Azorín, Maggie Civantos, Juan Diego, Ana Marzoa, Marta Molina y José Luis Patiño.
 
25 de noviembre de 2016. Centro Niemeyer (Auditorio), Avilés. 120’ aprox. Estreno absoluto


La familia se reúne para celebrar el cumpleaños del patriarca. Uno de los hijos está alcoholizado y no soporta a su mujer que, como una gata en celo, reclama sexo y maternidad. El otro tiene abundante prole y mucho interés por quedarse con la herencia de un abuelo que se cree curado de una enfermedad que todos saben terminal.

¿Qué necesidad había? El tórrido drama sureño sobre una esposa lujuriosa y un marido que no acepta su posible homosexualidad pudo ser muy provocador en el Broadway de los cincuenta, pero no aporta nada ahora. Sobre todo en esta versión plana y tirando a aburrida. Por lo demás, el texto de Tenessee Williams no tiene la fuerza como para convertirse en un clásico, así que su principal reclamo para el llenazo de hoy (además de un Juan Diego al que hemos visto mejor otras veces) es ese título que evoca grandes estrellas del cine en blanco y negro. Así que ha sido una pena haberme perdido esta noche un par de peliculas en el festival de Gijón.

viernes, 11 de noviembre de 2016

El método Grönholm

de Jordi Galcerán. Dirección: Cristina Suárez.
Producciones Saltantes Teatro.
con Alberto Rodríguez, Carlos Mesa, Nerea Vázquez y Luis Alija.

11 de noviembre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 95’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias".

Cuatro candidatos participan en el proceso de selección para un puesto de ejecutivo en una multinacional. Nadie los entrevista. Tan solo van apareciendo unos sobres con instrucciones sobre las pruebas que deberán superar. Es el método Grönholm.

Esta historia no la había visto en el teatro. Solo en la película El método de Marcelo Piñeyro. El buen recuerdo de las interpretaciones de Eduardo Noriega, Ernesto Alterio, Eduard Fernández, Najwa Nimri y Adriana Ozores me hacía temer que la propuesta de estos Saltantes me pudiera defraudar. Pero no ha sido así. Carlos Mesa, Nerea Vázquez, Luis Alija y Alberto Rodriguez están que se salen en el sugerente juego psicosocial que creó Jordi Galcerán y al que Cristina Suárez ha sabido sacar mucho partido con una propuesta sobria pero muy eficaz. La historia es diferente de la de Piñeyro (hay menos personajes, no hay encuentros exteriores...) y los trucos del juego tienen, quizá, una evolución menos dramática. Pero el interés sobre lo que sucede en el escenario se mantiene de principio a fin. Por lo demás, Alberto Rodríguez interpreta tan admirablemente a ese personaje sobrado, algo chulo y de magnética seguridad que uno casi lamenta esa versión decaída del mismo con que termina la obra. Su personaje quizá merezca un castigo, pero el actor, igual que sus compañeros y la directora, merece de sobra los aplausos que ha recibido.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Famélica

de Juan Mayorga. Dirección: Jorge Sánchez.
una producción de Jorge Sánchez, Juanma Díez y Xoel Fernández.
con Marta Cuenca, Juanma Diez, Xoel Fernández, Mabel del Pozo y Aníbal Soto.

4 de noviembre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 90’ aprox.

En el seno de una empresa surge un proyecto secreto para emancipar a los trabajadores que quieren realizarse a través de alguna pasión. El proyecto consiste en crear grupos comunistas en medio de organizaciones capitalistas. Células de empleados (y directivos) que se protegen entre sí para estar sin trabajar y que el sistema no los detecte. Tras ese proyecto comunista, surgen otros grupos. Por ejemplo, el de los anarquistas.

Juan Mayorga, Jorge Sánchez y estos cuatro actores afinadísimos han creado un artefacto teatral delicioso de urdimbre surrealista y trama sociopolítica. Es hora y media de comicidad sutil que, echando mano de los conceptos clásicos del marxismo (y del anarquismo), nos ofrece una mirada sarcástica sobre los tópicos y letanías de la izquierda con guiños ácidos a la realidad actual y autohomenajes irónicos al teatro. Quienes desprecian o no saben nada del marxismo seguramente se quedarán a dos velas porque, como en todas sus obras, Juan Mayorga presupone que el espectador es mínimamente inteligente y no lo ignora todo sobre el mundo en el que vive. Tampoco disfrutarán mucho los integristas de izquierda que entiendan como burla reaccionaria lo que no tiene nada que ver con eso. Juan Mayorga y Jorge Sánchez están en las antípodas del teatro de resortes. Ese que maltrata al público tratándolo como una marioneta cuya aspiración principal es que le provoquen la risa. Famélica da bastante que pensar, hace fácil sonreír y nos confirma la suerte que tenemos en España con autores como Mayorga. Y con compañías tan magníficas que saben crear con él obras como esta.

viernes, 21 de octubre de 2016

Querida Génica

Dirección: Laura Iglesia. Una idea original de José Rico.
Producción: Higiénico Papel Teatro.
con Carlos Dávila y Laura Iglesia.


21 de octubre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 55’ aprox. Ciclo "Hecho en Asturias". Estreno absoluto.

 
Esbozos de la relación entre Antonin Artaud y Génica Athanasiou. Cartas y encuentros  que muestran la forma en que se amaron aquella actriz rumana y aquel artista total.

Con una puesta en escena sencilla (apenas una larga mesa) y las buenas interpretaciones de Carlos Dávila y Laura Iglesia asistimos a la pasión de esta pareja unida por el teatro y separada por la locura. El actor que interpretó al Napoleón de Abel Gance padeció la agresividad terapeútica de los psiquiatras de su tiempo. Por eso los odiaba. De todo ello nos habla Querida Génica, una obra modesta pero correcta con cuyos ensayos coincidí el miércoles mientras visitaba con mis alumnos el Palacio Valdés. Hablarles de los teatros del mundo desde la platea de este y hablarles de la cuarta pared desde su escenario fue especialmente grato ese día. Y fue el preludio de la magnífica experiencia de ayer durante el encuentro en el Jovellanos con "lady" Nuria Espert (así nos la presentó el gran Marcos Ordóñez) y del emocionante discurso, radicalmente teatral, que pronunció hoy en el Campoamor durante el acto de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Unos premios que cada octubre son un lujo para los asturianos y que este año aún han sido más gratos con el que ha recibido el teatro de la mano de Nuria Espert. Así que ya tengo ganas de verla de nuevo por aquí interpretando a la protagonista de esa trementa tragedia contemporánea que es Incendios de Wajdi Mouawad.

sábado, 15 de octubre de 2016

Sed

de Alejandro Butrón Ibáñez. Dirección: César Barló.
producción: Doblesentido Producciones.
con Sauce Ena y Mariano Rochman.

15 de octubre de 2016. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 75’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer. Estreno absoluto.


Él quiere que el sobrino se vaya de casa. Ella no entiende por qué. Él no quiere decírselo. Ella se lo exige. Él confiesa que le atraen los niños. Y aquí empieza el drama. El de intentar manejar esa situación entre los dos.

Cuando era niño me enseñaron que se podía pecar de pensamiento, palabra, obra y omisión. Mucho antes de saber en qué consistían los pecados de omisión ya rechazaba la idea de que se pudiera pecar con el pensamiento. Sed trata de eso. De un hombre cuya penitencia comienza cuando confiesa sus pensamientos a su mujer. Alejandro Butrón se atreve a cuestionar algunos prejuicios comunes, a hacer pensar al público sobre si el mal está en los actos o en los pensamientos. Y acierta de lleno al plantear un problema que no está lejos del de la banalidad del mal. Es el de una sociedad que juzga las intenciones más que los actos y que se niega a pensar sobre lo que está haciendo cuando demoniza las miradas. Sauce Ena y Mariano Rochman están impecables en los papeles de esa pareja a cuyo espacio íntimo Alejandro Butrón quiere limitar su aproximación a un tema tan sensible como el de la pedofilia. Quizá porque solo en ese entorno se puede abordar esta situación sin que se condene al hombre antes de juzgarlo. Al poner en duda que se pueda delinquir con la mirada seguramente Sed ha ido demasiado lejos para algunos. Esos que comparten la moral del adolescente que se cree con derecho a pegar a otro porque lo miró mal. Así que ha sido un buen comienzo de temporada este primer estreno que tiene lugar en el club teatral íntimo y subterráneo que es nuestro off del Niemeyer.

viernes, 14 de octubre de 2016

La clausura del amor

de Pascal Rambert. Dramaturgia y dirección: Pascal Rambert.
una producción del Buxman Producciones y Kamikaze Producciones con Grec 2015 y XXXIII Festival de Otoño a Primavera.
con Bárbara Lennie e Israel Elejalde.
 
14 de octubre de 2016. Teatro Palacio Valdés, Avilés. 105’ aprox.


Isra le dice todo lo que piensa a Bárbara. No le importa hacerle daño. Ella calla y llora mientras él habla y grita. A continuación es Bárbara la que toma la palabra para que Isra sepa cómo ve ella lo que les ha pasado. Ahora es él quien se desmorona. Es la clausura de su amor.

Desamor. Negro desamor. Feroz desamor. En la canción de Serrat es el silencio el que expresa el resentimiento que queda cuando ya no queda nada. En la realidad son las broncas catárticas entre sordos las que van anunciando el final de muchas parejas. Pascal Rambert nos propone una tercera vía: la de los monólogos bilaterales, la de una logorrea radical y sucesiva que sale del alma de estos desterrados del amor que se atacan con saña antes de batirse en retirada. Es un texto extraordinario, una cartografía de los territorios del amor cuando están a punto de quedar deshabitados, una autopsia de las relaciones de pareja aún en carne viva, un revelador negativo de los imaginarios con que se va construyendo eso que llaman amor para vivir. Bajo la apariencia de un torrente abrumador en este desahogo visceral a dos voces, Pascal Rambert nos propone algo de una lucidez y una hondura impresionantes. En La clausura del amor el propio lenguaje es tan protagonista como estos dos amantes que se agreden con palabras. Por eso es tan estimable la perfección de la adaptación española del texto. De hecho, lo que dicen Isra y Bárbara, parece que lo están diciendo Barbara Lennie e Israel Elejalde. Porque solo están ellos y sus palabras bajo esos veinticuatro flourescentes blancos en ese inmenso escenario radicalmente negro y desnudo. A los dos minutos de que él empiece a hablar ya sé que estamos ante un texto superlativo. Y ante una interpretación tan memorable que al cuarto de hora ya me estoy acordando de la de Vicky Peña en el impresionante monólogo de Homebody/Kabul. Así que, cuando él termina su monólogo, pienso en lo difícil que lo tiene Bárbara Lennie. Y también el propio Pascal Rambert para equilibrar con la intervención femenina estos tres cuartos de hora de teatro pluscuamperfecto que ya serían una obra memorable si cuando él deja de hablar hubiera bajado el telón en lugar de salir esos niños como bisagra ajustadísima para esta historia radicalmente bilateral en la que no cabe el diálogo ni una simple cesión de la palabra entre los contendientes. Pero Barbara Lennie y Pascal Rambert lo consiguen. Logran que la segunda parte sea muchísimo más que una réplica en femenino singular a ese huracán masculino que nos ha asolado en la primera. Ella está tan impresionante que, con un texto poderosísimo y necesario, completa y corona la poesía del desgarro y la reflexión existencial que  recorren los subtextos de esta obra memorable. Kamikaze es un nombre perfecto para esta compañía. Y para el trabajo sublime de estos dos actores que han asumido todos los riesgos y han conseguido que no puedan imaginarse interpretaciones mejores para un texto tan extraordinario.