sábado, 11 de octubre de 2014

La abducción de Luis Guzmán

escrita y dirigida por Pablo Remón.
Producción: Teo Magaña. Compañía Castellana de Viejo y Nuevo Teatro
con Ana Alonso, Francisco Reyes y Emilio Tomé.

11 de octubre de 2014. Centro Niemeyer (Club), Avilés. 65’ aprox. Ciclo Off-Niemeyer.


Es la época de los ovnis. Del Disco de Oro de la Humanidad que Carl Sagan envió como mensaje interplanetario en las sondas Voyager. Luis Guzmán vive obsesionado con estos temas en un lugar de provincias. En su imaginario programa de radio entrevista a su hermano Max que acaba de llegar de Londres para hacerse cargo de él. También vendrá su mujer. Pero Luis no cree que su padre haya muerto. Quizá haya sido abducido.

No puede comenzar mejor esta nueva temporada del Off-Niemeyer. Tras su éxito en el Fringe del año pasado y en el off del Teatro Lara, esta magnífica obra de Pablo Remón sale por primera vez de Madrid. Es una historia hipnótica sobre las visiones del mundo en un microcosmos familiar que se rompe. O más bien del cosmos. El de Carl Sagan. El que tanto nos fascinó a quienes éramos adolescentes en la época en que los ovnis y la caspa llenaban España. Ese es el material con el que Pablo Remón construye una historia tan inquietante como divertida (impagables las entrevistas en ese programa decano de la radio). Emilio Tomé borda ese personaje, algo infantil y muy locuaz, que parece haber quedado demediado con la desaparición del padre. Francisco Reyes pone el contrapunto perfecto en el papel del hermano que sufre lo indecible en este regreso obligado a un espacio familiar del que parecía haber renegado. Y Ana Alonso interpreta con acierto a la mujer de Max, el personaje que acaba objetivando la relación entre los dos hermanos al descubrir el pasado de su marido y plantear el futuro de Luis. En la elipsis permanece el personaje que lo explicaría todo, ese padre que quizá hizo huir al hermano mayor y mantenía abducido a ese Luis perturbado que ahora encuentra más que extraña su desaparición. Texto, puesta en escena e interpretaciones sobresalientes. Una nueva prueba de que quizá el mejor teatro que se puede ver ahora en España no está solo en los grandes montajes, sino también en estas obras de pequeño formato con las que casi estamos en el escenario.